Orden gubernativa sobre la moral pública
El nuevo Estado español, como celoso guardador de la moral pública, vigila estrictamente el comportamiento de la gente en los lugares públicos, toda vez que se advierte, según nota de la Dirección General de Seguridad: «Relajamiento en las costumbres, oyéndose frases obscenas y viéndose parejas que, sin recato alguno, mantienen actitudes, más que incorrectas, desvergonzadas». Frente a este relato la Autoridad recomienda el mayor rigor «imponiendo multas a los que no observen comportamientos acordes con la moral exigida y, además, que los nombres de los corregidos sean publicados en la Prensa».
Celo especial se despliega en la cercanía del verano, momento en que la Dirección General de Seguridad emite el siguiente comunicado:
Al acercarse la estación estival y en defensa de la moralidad pública, esta Dirección General hace públicas las siguientes disposiciones, habiéndose cursado a las autoridades competentes instrucciones en el sentido de imponer sanciones a cuantos las infrinjan:
1 – Queda prohibido el uso de prendas de baño indecorosas, exigiendo que cubran el pecho y espalda debidamente, además de que lleven faldas para las mujeres, y pantalón de deporte para los hombres.
2 – Queda prohibida la permanencia en la playa, clubes, bares, etc., bailes y excursiones en general, fuera del agua en traje de baño, ya que éste tiene su empleo adecuado y no puede consentirse más allá de su verdadero destino.
3 – Queda prohibido que hombres y mujeres se desnuden y vistan en la playa, fuera de la caseta cerrada.
4 – Queda prohibida cualquier manifestación de desnudismo o de incorreción, en el mismo aspecto, que pugne con la honestidad y el buen gusto, tradicionales entre los españoles.
5 – Quedan prohibidos los baños de sol sin albornoz, con excepción de los tomados en solarios tapados al exterior.
6 – Por la autoridad gubernativa se procederá a castigar a los infractores, haciéndose público el nombre de los corregidos (Agencia Cifra).
Opiniones eclesiásticas sobre los baños de mar
Al acercarse la estación estival los padres de la Iglesia prodigan sus anatemas ante el espectáculo playero. El padre Quintín de Sariegos, de la orden capuchina, se expresa así:
«Es muy posible que el espectáculo más inverecundo e inmoral legalizado en la sociedad moderna sea el que ofrece la playa. No hay pues en la conducta social de la mujer una acción más grave, más excitante al pecado feo, que la que realiza tranquilamente en los baños públicos, en la playa. Son ocasiones próximas al pecado mortal».
Por su parte, el padre Laburu, sabio jesuita de bien ganada fama como orador sagrado, analiza en su opúsculo «Las playas en su aspecto moral» el deleite del hombre normal ante las carnes femeninas, expuestas sin rubor alguno en el más sucinto de los atuendos. Éstas son sus frases relativas al desnudo femenino: «La exhibición impúdica hace que las pasiones se desborden en lujuriante actividad y violen, por tanto, procazmente los altos fines de la Divina Providencia».
Fuente: Libro: Los años del Nodo (fragmento). Colección imago mundi, volumen 151. Ediciones Destino S.A. 2008. Autores: Rafael Abella y Gabriel Cardona.
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