AnimaNaturalis, desnudos en acción

AnimaNaturalis es una organización no gubernamental y sin fines de lucro, que trabaja para la defensa de los animales en España y Latinoamérica. AnimaNaturalis se centra en evitar el sufrimiento de los animales en las principales áreas donde son utilizados: Animales en la industria de la alimentación, animales en laboratorios, animales como vestimenta y animales en espectáculos (ver ideario completo).

Por casi dos décadas, AnimaNaturalis ha organizado las protestas de mayor impacto mediático que se han realizado en España, con el objetivo de exponer la crueldad de las corridas de toros, en contra de la industria peletera, y todas las tradiciones crueles con los animales.

Generalmente en dichas protestas los participantes se manifestan completamente desnudos y en invierno, rociados con sangre artificial y amontonados unos encima de otros, como quedan los cuerpos de los animales sin vida una vez les han arrancado su piel. El objetivo es concienciar a la población del enorme número de animales que se utilizan para confeccionar un sólo abrigo de piel y presionar por un debate que lleve al cierre de todas las granjas peleteras de España, logrando un gran impacto visual en cada protesta.

Nota: Haciendo clic sobre cualquiera de las imágenes puedes visualizarlas en sus tamaños originales, en modo “pase de diapositivas”.

Vídeo relacionado:

15 enero 2023, unos 50 activistas de AnimaNaturalis se han desnudado este domingo en Madrid (con una temperatura máxima de 9 grados) para denunciar la obtención de pieles para abrigos y pedir el cierre de las granjas peleteras por “vulnerar” los derechos de los animales que proveen estos materiales, un loable esfuerzo, coraje y valentía que manifiestan las personas participantes con esas durísimas condiciones climáticas.

Información relacionada:

Veinte miembros de PETA recorren desnudos el trayecto del encierro de Pamplona para denunciar el maltrato a los toros.

Hippies: el verano del amor

Los hippies, aquel maravilloso movimiento joven que derribó las puertas de todos los prejuicios de los años 60 y 70 e instalaron conceptos como el pacifismo, el nudismo, el amor libre… paz y amor hermanos.

Qué desolado estaba este país por aquellos años pasados; principios de los sesenta y de los setenta. Las buenas gentes trabajaban en lo que había y poco más, el resto ya lo ponía el franquismo, o sea, toros y fútbol. Pero también y, sobre todo gente joven, iban tramando otras formas de vida y de protesta, otras formas diferentes de pensar y de intentar contribuir para el gran cambio que necesitaba el país. Pero los censores y aquella policía política, así como el fanatismo clerical y otros añadidos, no dejaban casi nada al libre albedrio del personal; así y todo, varios movimientos, tanto culturales, políticos, sindicales, incluso también cristianos, -entre otros- cogieron las riendas al miedo, y en la clandestinidad se iban organizando para las protestas, manifestaciones, reuniones, asambleas… y cómo no, la gente joven, que ansiaba libertad, fueron importando otras formas de vida y de pensamiento; antibelicistas, pacifistas, regalando flores a los militares y policías… En pocas palabras; paz y amor.

Idealismo puro, sensibilidad, arte, cultura alternativa; contracultura para ir retirando la oficial tan ñoña; en suma, jóvenes llenos de vida y con muchas ganas de cambio, mucho cambio. Algunos eran más radicales, pero la inmensa mayoría se dejaban llevar por el corazón y la inmensa inocencia. Uno de aquellos movimientos, fue el movimiento hippie, aquel verano del amor, aquella forma de vida libre como el viento, donde se compartía todo para cambiar y luchar por algo que mereciera la pena; la esperanza era como una larga sombra alargada, y el tiempo se echaba encima. Aquellas mujeres jóvenes que luchaban por su liberación, incluida la sexual, aquellos hombres que se dejaban el pelo largo y la barba a su manera, como signo de rebeldía. Y aquellas grandes concentraciones en parques, montes, playas… en aquellos festivales musicales que se abarrotaban de estas buenas gentes con ganas de pasarlo bien, sin hacer daño, y sin meterse con nadie. Todo iba muy ligado, tanto las maneras de vestir, la música, el estar siempre acompañados con gente de tu mismo rollo… en fin , la felicidad que se luchaba día a día, casi hora a hora, pues las fuerzas represoras tenían el mandato de romper con cualquier atisbo de libertad.

La cultura hippie se desarrolló como un movimiento juvenil en los Estados Unidos durante la década de 1960. Alrededor de 1967, sus ideas se extendieron por todo el mundo. Los hippies declararon una ideología que se concentró en paz, amor y libertad personal. Rechazaron valores de la clase media, se opuso a armas nucleares y la guerra de Vietnam. Se interesaron en la filosofía oriental y procuraron encontrar el nuevo sentido en la vida. Creían que la cultura dominante era corrupta y defectuosa. Se buscó para sustituirla por una sociedad utópica y crearon comunidades o comunas. El movimiento llegó a España con retraso debido a la situación política del país. No obstante, el hippismo a la americana no se entendió muy bien aquí, ya que no conllevaba la acción política. Se dice que era más bien una simple moda. A los jóvenes españoles les encantaba el movimiento, pero muy pocos eran verdaderamente hippies. Sin embargo, tuvo una presencia significativa en la isla de Ibiza. La isla tenía una reputación de ser un lugar donde reinaba la libertad de pensamiento y expresión. Ibiza y Formentera se convirtieron en los centros del movimiento hippie en Europa en los años 70. Los “peluts”, como la gente local llamaba a los nuevos habitantes de la isla, crearon la mayoría de las comunas alrededor de pueblos como San Carlos de Peralta. Los puntos más populares para las reuniones fueron la plaza del pueblo y el Bar Can Anita. Se ganaban la vida con sus artesanías y mercadillos ambulantes. Hacían exposiciones de arte, encuentros culturales y las degustaciones de la comida macrobiótica. Hoy en día, todavía existen dos mercados hippies en la isla: Punta Arabí en Es Cana y Las Dalias en San Carlos. Los hippies influyeron mucho la vida en la isla: trajeron nuevas costumbres y tenían un gran impacto con el turismo, todo el mundo estaba interesado en quiénes eran y cómo vivían. Hoy en día existen tres asentamientos de hippies en Órgiva, la Alpujarra granadina. Los primeros habitantes llegaron allí a finales de los 70. Muchos de ellos vinieron de Ibiza, que en su opinión había perdido su esencia a causa de demasiada gente y turismo. La comunidad más conocida se llama Beneficio. Elogian la no violencia, la vida en libertad y en armonía con la naturaleza.

Pero la vieja Europa, no se quedó atrás en aquel movimiento. París y después Londres, pudieron disfrutar del estallido de color y sonido que la juventud británica protagonizaría en la gran década. Moda y música –de la minifalda a los Beatles– para describir el desarrollo histórico. El torbellino de personajes y movimientos contestarios y culturales de entonces como Bob Dylan, Joan Baez, Ken Kesey, Andy Warhol, John Lennon, Yoko Ono, Jim Morrison, Paul Simon, Jimmy Hendrix, Charles Mingus, Abbie Hoffman y muchos otros, pasarían por “Howl” una y otra vez, trabajarían con Ginsberg y serían influenciados por su activismo político. Se debía a la generación beat la señal del primer movimiento de ruptura en la trayectoria de las revueltas generacionales de los años cincuenta y sesenta. Esos poetas, escritores y artistas, capaces de crear una especie de fraternidad bohemia, serían los progenitores directos de un cierto sector de la juventud norteamericana que llegaría a crear toda una subcultura, un estilo de vida, un proyecto social nuevo: los hippies. El venturoso éxtasis experimentado por Ginsberg y por la mayoría de los escritores y artistas beat de la primera hora conduciría a muchos jóvenes hacia la peregrinación oriental. Los libros sagrados de la religión y misticismo orientales, los libros-códigos eróticos, las figuras de Buda y de Karma, fragmentos de la filosofía oriental, la adopción del kashdan, el orientalismo simulado del ritual de las “representaciones” de LSD, la música de Ravi Shankar, la cítara, las danzas sinuosas y culebreantes, los cantos budistas de Allen Ginsberg, todos estos elementos establecerían unos lazos de conexión muy complejos en la subcultura hippie que iría apareciendo. La cuestión del amor sería, en algunos aspectos, el motivo central de la inmanente filosofía hippie. El amor del que se hablaba implicaba más que la eliminación de las barreras sexuales, la llamada permisividad sexual de la vida hippie. El amor no solo no estaba reprimido, sino que se desarrollaría libre y abiertamente celebrado. En la franja bohemia de la cultura joven e inconformista de la época, todos los caminos conducirían a la psicodelia. La fascinación por las drogas alucinógenas surgiría una y otra vez como denominador común de las múltiples formas que la contracultura adoptaría en la última postguerra.

En Easy Rider (1969) y Hair (1979), la película y el musical que mejor tributo rendirían a los jóvenes contraculturales de los sesenta, los directores mostrarían fielmente la experiencia de las drogas. En la primera, Peter Fonda, Dennis Hooper y Jack Nicolson asisten a los mejores discursos sobre el ejercicio de la libertad envueltos del humo de los porros de una comuna hippie que encuentran por “el camino en busca de América”. En Hair, Claude Bukowski (John Savage), un joven de provincias que acude a Nueva York para citarse con el Consejo de Instrucción del Ejército, vive una aventura que le cambia la vida después de convivir con un grupo de hippies congregados en Central Park. Los viajes de LSD modifican su visión del mundo entrando en estados alucinógenos mientras las drogas se convierten en el mejor pretexto para vivir al máximo su libertad.

Sin duda, el grupo de los escogidos no sería muy numeroso aunque hay que reconocer que del desasosiego y resistencialismo universitario que en el 57 se echaría a la calle en demanda de reivindicaciones culturales y políticas, incubaría la semilla cuyas flores acabarían adornando el poder después de mayo del 68, porque diez años después, todavía estarían pagando las consecuencias, todavía arrastrarían trabajosamente, aburridamente, cierto prestigio estéril conquistado durante aquellas gloriosas fechas, una gran lucidez sin objeto, un foco de luz extraviado en la noche triste de la indolencia, desintegrándose poco a poco en bares de moda con la otra integración a la vista. Y en esas quedamos, un movimiento de mucha flor, paz y amor… para luego, llegar el casi olvido y vivir como se pueda, pero existir, existió, y quedan por ahí algunos muy importantes en pensamiento pacifista, ecologista, y sobre todo, filosófico y partidarios de otra de forma de vida; hay que respetar y admirar a estas buenas gentes. Los hippies y todo su legado cultural.

Fuente: lanuevacronica.com Texto: Toño Morala.

Información relacionada:

La persecución de los hippies en Formentera 1968/70.
La España naturista en los años 70.
Del recato al nudismo – España cambia de piel (1970-1980).

Quince años atrás, en el Playazo de Vera sucedió que…

Unos 700 nudistas marcharon por el Playazo de Vera reclamando libertad para su forma de vida. Algunos «textiles» acompañaron la marcha y hubo cierta tensión con la Guardia Civil.

El anunciado paseo nudista y reivindicativo de Vera terminó celebrándose en la mañana de ayer (24-08-2003), a pesar de que la asociación Tortuga Boba Naturista de Vera comunicaba el sábado su desconvocatoria. Los nudistas se fueron congregando poco a poco e iniciaron una marcha pacífica desde la zona del hotel Vera Playa hasta aproximadamente la altura del Parque Acuático, a partir de las once y diez de la mañana.

A lo largo del paseo, se fueron uniendo más nudistas, que disfrutaban del día en la playa, y algunos textiles que quisieron apoyar con su presencia la convivencia pacífica de ambos colectivos en el Playazo de Vera.

Los nudistas se quejaron de la postura del Ayuntamiento de Vera, al que acusan indirectamente de la situación de crispación de los últimos días. El colectivo siente que el consistorio veratense le está poniendo límites a sus derechos como nudistas.

La marcha transcurrió durante unos 45 minutos y congregó a unos 700 participantes. Éstos animaban a todos los que estaban en la playa, textiles y nudistas, a unirse con gritos de «¡no miréis, uníos a la marcha!».

Tensión

Cuando estaban casi en el lugar en el que se dio por finalizado el «paseo», a la altura del Parque Acuático, se acercaron a la cabecera de la marcha varios efectivos de la Guardia Civil, quienes invitaron a los que encabezaban el «paseo nudista» a que parasen y volviesen sobre sus pasos. En ese momento se produjo cierta tensión y los números de la benemérita solicitaron la identificación de los que encabezaban la marcha, estando a punto de detener a uno de ellos.

El paseo nudista continuó unos cien metros más. En ese punto, para finalizar, todos los presentes empezaron un aplauso que se prolongó por unos minutos. Una mujer inglesa indicó a Ideal que ella era nudista, pero que iba «acompañada por mi hijo y que no lo es y que ha querido apoyarla en esta petición de convivencia pacífica y de respeto a nuestros derechos como nudistas».

Poco a poco, todos volvieron sobre sus pasos y se fue disolviendo la marcha. Un matrimonio nudista comentaba que «para nada buscamos enfrentamientos con esta manifestación, sino mostrar que la convivencia es posible, como así ha sido durante muchos años». Para ellos «el Ayuntamiento tiene cierta culpa porque ya intentó, el pasado año poner límites a la zona nudista, con un muro de piedras que tuvieron que quitar y convertirlos en improvisados maceteros ajardinados».

También hubo quien habló de intereses urbanísticos en este conflicto. Según algunos de los participantes en el «paseo» de ayer «las urbanizaciones nuevas están siendo más solicitadas por textiles, que encuentran que tienen que compartir la zona con nudistas y no conciben ni respetan este hecho».

Por su parte, entre los textiles que se encontraban en la playa había disparidad de opiniones. Mientras algunos consideraban razonable lo que pedían los nudistas, otros, residentes en Playa de Baria I, no comprendían que fueran dusnudos por las calles y las urbanizaciones y afirmaron que, cuando alguna vez han pasado a la zona nudista «nos han tocado las palmas y nos han dicho que nos desnudemos».

El «paseo» discurrió tranquilo, sin incidentes entre nudistas y textiles. La asociación Tortuga Boba de Vera lo había convocado pero, ante el comunicado de la Subdelegación del Gobierno emitido el sábado, en él que decía que esta marcha «no cumple los requisitos exigidos y, por tanto, no puede acogerse a la protección jurídica que le otorga la ley», la asociación retiró la convocatoria.

Fuente del texto: Diario Ideal (Edición impresa, 25-08-2003).

Información relacionada:

Más de 700 nudistas piden en Vera una «playa libre».