Desnudo y sexo explícito en el teatro

Si quisiéramos hacer rigurosa historia de parecido asunto, pudieran rellenarse páginas y páginas a granel.

Manuscrito encontrado en Zaragoza

La exhibición física, sin tapujos del cuerpo humano formó parte de muchos espectáculos primitivos -o primitivistas- pues la moral pagana, hasta la extrema decadencia del imperio romano, la aceptó con naturalidad. En la Roma más decadente, a finales de la Edad Antigua, la exhibición corporal en la llamada “comedia atelana” fue “tan espectáculo”, como las escenas de intriga o de reflexión. Sin embargo ningún actor se desnudó, bajándose del coturno en el teatro trágico, el teatro serio y ceremonial. Los grandes escultores como Fidias determinaron que los dioses vivieran desnudos su eternidad y los frisos partenoèos eran en verdad, teatro y marco de su espectáculo. El desnudo en la vida diaria era bien común, aunque siempre fuera un signo de respeto y de autoridad vestirse y recatarse.

Saltando por encima de la Edad Media y de la Edad Moderna, metidos ya en el tercer milenio, la exhibición del propio cuerpo, lo es “a voluntad”, en todo el mundo occidental, según lo marquen nuestros gustos. Antes de 1967 ó 68, no era “teatral” y “de buen gusto” que un actor o actriz actuasen desnudos, hasta que unos estudiantes americanos, de la Universidad de Yale, dieron el “trompetazo” más radical de la escena moderna con la revista “Hair”, venciendo su puritanismo ambiente y desvelando su cuerpo con delectación exhibicionista de juventud. Creaban el teatro de lo que pudiéramos llamar interinamente la Edad Posmoderna. Posteriormente, desde el espectáculo ¡Oh Calcuta! de Kenett Tynan -durísimo crítico de teatro inglés- en el teatro occidental no se ha cesado de exhibir cuerpos desnudos en acciones teatrales, de mayor o menor entidad significativa. “Lo pide el guión”, comenzó a decirse en los primeros tiempos de “destape” en la España de la transición.

Yo había comenzado a escribir en ese tono, con escenas de desnudos, porque adoraba las farsas de Aristófanes y me divertía infinito el teatro libertino francés, manifestado casi a lo largo del siglo XVIII. No vivía entonces en España y me codeaba con intelectuales y gentes muy “progres”, como lo fue Roland Barthes, investigadores y sociólogos del teatro. La exhibición integral del cuerpo humano en la escena, lo mismo trágica que cómica, se debía sin duda a la decritianización de la moral, a la “secularización” de todo, el acto libre de pensar y expresarse en la Europa libre. Y la primera comedia que estrené en 1975 mostraba ya íntegramente un cuerpo femenino.

Estamos hablando de un teatro que es literatura o poesía dramática en su integridad, que puede usar del desnudo con fines no centrados en la pura sexualidad, sino como apoyatura al meollo del tema o de la anécdota. Tomarlo sólo como pretexto revela “vaciedad” revisteril y no conserva valor dramático alguno. Sexo desnudo y bien explícito lo encuentra el pornógrafo en cualquier capital, en los espectáculos “duros” de cabaret. De poco valdrá incluir desnudos en un espectáculo dramático, porque siempre ganará la partida una buena comedia, por tapada y engolillada que esté.

Cierto que en épocas o ante individuos más reprimidos, un desnudo en teatro tiene otro valor, valor sin duda alguna entre excitante y escandalizante -excitante en seco, como “voyeur” y desligado del interés dramático- valor afrodisíaco. En la actualidad, frecuentar una playa nudista es estabilizador a la baja de esa fijación pornográfica y se asume el propio desnudo hedonísticamente, como una muestra de supremo confort, para dejarse acariciar por la brisa, el agua y el sol. Así que las escenas en teatro “subidas de tono” entran dentro de la convención del teatro, como puede entrar un viejo escotillón.

Al teatro, uno va a divertirse y no a pasarlo mal. El desnudo humano, lo mismo masculino que femenino, añaden sueño y realidad, lo mismo que hay escenas de reflexión, de desafío o aventuras. En Manuscrito encontrado en Zaragoza me sumo a la ingente cantidad de autores y directores que emplean el desnudo con una intención estilística y no poca sofisticación, puramente teatrales. Un polvo de oro, diría yo, pues me inspirado en pinturas de Delacroix y en Gustave Moreau. Por mi educación clasicista, el desnudo en el teatro me parece tan natural como en los mejores cuadros que admiro, en Ribera, en Velazquez o Caravaggio…

En Manuscrito encontrado en Zaragoza he considerado necesidad dramática de plena calidad mostrar el culo de Juan Ribó y los dulces pechos de manzana de mis jóvenes actrices y bailarinas. Hecha con toda la malicia del autor -a la vez director- para que se escuchen sus diálogos y sus insinuaciones “de algo” que va mucho más allá de cuanto se ve materialmente en escena. El teatro es el arte de ilusionar y el desnudo humano forma también parte de esa ilusión, como pudieran formar parte Dios o los dioses.

Fuente: El Cultural (Suplemento de cultura de El Mundo) 24-30 de Julio de 2002. Autor: Francisco Nieva.

El cuerpo desnudo como espectáculo

El desnudo desde la antigüedad hasta nuestros tiempos ha tenido gran importancia artística. A través de la historia, pueden destacarse aspectos relevantes de apogeo y decadencia de acuerdo a las etapas y evolución en que ha tocado desarrollarse en las diferentes manifestaciones artísticas, pero sobre todo en el mundo escénico o como espectáculo.

En la actualidad aún no son muchos los espectáculos teatrales, musicales, etc. que se animan o apuestan por el desnudo y los espectadores aún no están del todo acostumbrados a ellos, aunque la tendencia de representación de espectáculos en donde el desnudo forma pare de los mismos es creciente.

Estas colecciones de fotografías muestran algunos de los espectáculos (conciertos, artistas callejeros,  teatro, performers, concursos de belleza, monólogos, programas de televisión, espectáculos circenses, e incluso óperas) en los que el cuerpo desnudo ha formado parte del espectáculo.

Nota: Haciendo clic sobre cualquiera de las imágenes puedes visualizarlas en sus tamaños originales, en modo “pase de diapositivas”.

Información relacionada:

Tragédie, de Olivier Dubois.
MozartNu (1986-2008) – La belleza humana y musical.

Tragédie, de Olivier Dubois

Olivier Dubois estrena en el año 2012 en el Festival d´Avignon, Tragédie, un espectáculo etiquetado de «degenerado» y «decadente» por el Frente Nacional francés por estar interpretado por 18 bailarines (9 hombres y 9 mujeres) completamente desnudos de principio a fin de la pieza, de 90 minutos de duración. Concebido como un inmenso crescendo coreográfico, Tragédie causó sensación en el festival.

Dubois cree que «el arte debe ser incisivo«. Con el foco puesto en la anatomía del cuerpo humano, Tragédie explora literal y metafóricamente la condición humana, su fragilidad, a través de movimientos repetitivos que construyen una atmósfera tribal, expresionista y tensa que avanza hacia la catarsis colectiva. «La desnudez es esencial en este proyecto pero sólo es su tarjeta de presentación. Aquí no se incluye la acción de vestirse y desvestirse, la desprotección de los bailarines es constante, los cuerpos ni se exhiben ni se ocultan. La obra, para mí, habla del enigma del hombre y de la humanidad y tiene una potente carga política«, explica.

«Inevitablemente ver sobre el escenario estos cuerpos desnudos nos hace reflexionar sobre nuestra propia intimidad. En esa mirada hacia nuestro interior es inevitable plantearnos nuestra relación con el mundo y viajar de lo íntimo a lo universal«, prosiguió Dubois, recién elegido como director del Centro Coreográfico de Roubaix, donde sustituye a Carolyn Carlson.

Los movimientos de los intérpretes, que a menudo se asemejan a marchas militares, se suceden al ritmo de las creaciones y pulsaciones de su colaborador habitual, François Caffenne.

La obra se ha representado durante 2014/2015 en distintos países de Europa y América. En España se representó el día 4 de abril de 2014 en el Teatro Central de Sevilla, y los días 21 y 22 de noviembre de 2015 en los Teatros del Canal, Madrid.

Esta excelente grabación de 90´ de duración, que consta de un DVD y un CD, editada por Harmonia Mundi y realizada por Tommy Pascal en La Centquatre durante las representaciones de la obra en febrero de 2013, y puesta a la venta el 27 de agosto de ese mismo año, por fin proporciona una oportunidad única para ver esta inolvidable pieza de danza contemporánea, y escuchar la música compuesta por François Caffenne.

Creación y coreografía: Olivier Dubois / Asistente de realización: Cyril Accorsi / Música: François Caffenne / Diseño de iluminación: Patrick Riou / Dirección: Tommy Pascal / Gerente de Producción: Beatrice Cuerno / Asistente de producción: Lauren Boyer.

Intérpretes: Marie-Laure Caradec, Marianne Descamps, Virginia García, Karine Girard, Carole Gomes-Busnel, Inés Hernández, Isabelle Kürzi, Loren Palmer, Sandra Savin, Benjamin Bertrand, Arnaud Boursain, Jorge Moré Calderón, Sylvain Decloitre, Sébastien Ledig, Filipe Lourenço, Thierry Micouin, Rafael Pardillo y Sebastien Perrault.

Vídeo relacionado:

Tragédie, new edit 2022

Diez años después de su estreno, este poema coreográfico ha sido reescrito por Olivier Dubois para dieciocho intérpretes. La nueva propuesta empuja al espectador hacia el “sentimiento del mundo” con la misma fuerza.

Vertiginosa y caótica. En gigantescos instrumentos de percusión, en un incesante flujo y reflujo, se reproduce el gran ciclo de la vida, hecho y deshecho. Es la humanidad vista como un palimpsesto, que se escribe, se borra y se vuelve a escribir… Una búsqueda interminable.

En Tragédie los intérpretes manifiestan su pertenencia a la comunidad de seres humanos. Golpean el suelo, caminan, se enderezan, se enfrentan, se deslizan, se arrodillan, aparecen, desaparecen, se mezclan para no tropezar… y dan fe de nuestro destino colectivo. El estreno en el Festival de Avignon en 2012 pareció un uppercut coreográfico e inmediatamente se convirtió en una pieza de manifiesto, un verdadero monumento de la danza contemporánea: «Si Tragédie habla de la Humanidad, debe cuestionar el hoy y hablar del mañana, del ser en el mundo, revelando el todos del que está hecho, la historia que llevamos y nuestra visión del futuro. Hay que crear un gran conjunto libre de diferencias para abarcar más ampliamente al espectador de hoy. ¡De binario a multinario! Con la desnudez como único vestuario, los individuos en escena se liberan de los roles de género y sus cuerpos se desexualizan. Son seres humanos que bailan y como tales se convierten en cuerpos-poéticos, cuerpos-políticos y cuerpos-obras, seguramente la mejor manera de abordar el futuro de una Humanidad”. Olivier Dubois.

Esta nueva edición se representó en Madrid, España, en los Teatros del Canal, durante los días 16, 17 y 18 de diciembre de 2022.